Lo que voy a contarte no es una lección que ya haya aprendido, estoy apunto de interiorizarla del todo, pero me está costando desaprender algunas creencias para aplicar otras nuevas. He decidido hacerlo en voz alta y compartir esto contigo porque creo que me va a ayudar a sellar el aprendizaje. Estoy segura que te va a servir esta reflexión.
No conozco a nadie que no se cuestione su cuerpo o alguna parte de él cada día o en un momento dado de su vida. (Es increíble la insatisfacción que nos genera nuestro cuerpo, que es solo una parte de nosotros, y que en gran parte nos viene dada, quiero decir que hay cosas que no podemos cambiar, y no nos dejan de afectar, por ejemplo, la altura).
¿Dedicamos tanto tiempo a pensar sobre nuestra mente, nuestro corazón o nuestra alma? Quizá deberíamos.
Seguro que sabes que dedico mucho tiempo (todo el que puedo) al autocuidado y sobre todo a la introspección, y últimamente los libros que leo me están dejando mensajes que despiertan mi consciencia.
Pues bien, como todo en la vida, a veces la mayor tontería es la que colma el vaso y la que hace que explosione todo lo demás que ya llevabas tiempo rumiando y trabajando en ello.
La semana pasada vi una noticia nada relevante sobre Tamara Falcó, pero me impactó tanto que hice captura de pantalla y se la pasé a mi mejor amiga.
Os la dejo a continuación.
Al parecer su prometido compartió la foto original y Tamara quiso editarla antes de subirla, hasta ahí hasta lo veo normal, porque yo también uso filtros (que tampoco es que sea lo más apropiado, pero es así). Sin embargo, Tamara (o quien tenga contratado para ello) no se quedó ahí, sino que consideró importante cambiar su aspecto, su volumen y usar photoshop para reducir considerablemente el tamaño de sus piernas y abdomen.
¡Aluciné!
Aluciné por varios motivos:
¿Qué imagen distorsionada tiene ella de sí misma para considerar necesario esto? ¿Con qué fin? ¿En qué le beneficia o ayuda a ella hacer esto? ¿Qué es lo que quiere mostrar/transmitir a los demás? (No es que le hayan sacado mal en una foto, aparentando unos kilos que no tiene y quiera ajustarse a la realidad, no, sino que “se ve gorda” y quiere aparentar “ser delgada”. Cuando en realidad ya lo es. Y si no lo fuera, ¿¡qué pasa!?
¡Cómo está de entrenado/habituado y coaccionado nuestro ojo, nuestra mirada, nuestra visión, nuestro propio filtro!, que mirando varias veces ambas fotografías, no podía evitar normalizar la imagen delgada, o sea, para mí esa era la correcta, mi ojo y mi mente daban por hecho que lo normal era la foto delgada. Es más, la que salen al natural me daba la impresión de que estaba como ampliada. ¡Qué fuerte! Me indigno conmigo misma.
No puedo creer que nos siga chirriando ver a personas normales en redes y medios de comunicación. Hemos normalizado y en realidad es llamativo que todas las presentadoras (también de informativos) meteorólogas, y colaboradoras de televisión son delgadas. (Un bajísimo porcentaje no lo es). Nuestro ojo está demasiado acostumbrado a “lo delgado”, a las “no imperfecciones”, a que nada sobresalga: ni una mancha en la piel, ni una curva en la nariz, ni un michelín… Abrumador.
Todo esto más mi camino previo me ha hecho pensar lo siguiente:
En mi caso me quiero mucho, y me valoro desde hace años, mucho más allá del cuerpo. Todo mi interior es muy valioso y ahí no hay dudas. Sin embargo, y aunque me quiero y acepto, con mi cuerpo soy insegura, (no aceptamos que el tiempo pasa, que la mujer pare y que la barriga por ejemplo, pues no queda como antes) no me siento cómoda siempre y me miro y remiro, me saco fallos y me tapo; y no entiendo porqué.
¿Qué nos ha llevado a las mujeres a tener esta lucha constante con (contra) nuestro cuerpo? ¿Por qué no lo aceptamos?
La razón principal es que en algún momento de la historia de nuestra sociedad se popularizó-estandarizó un tipo de mujer, con un tipo de cuerpo (esbelto, fino, proporcionado, liso y con una cara bonita). Como cuando alguien visualiza el paraíso, lo imagina siempre con aguas cristalinas. Todo lo que no sea eso es un poco decepción.
Pues a las mujeres nos pasa lo mismo desde hace décadas.
Ciertas mujeres con ciertos cuerpos han sido siempre referentes en los medios que llegan a todo el mundo, esas mujeres se han asociado al éxito, a la feminidad, a ser así por naturaleza, sin esfuerzo.
Y luego estábamos nosotras, nos mirábamos en el espejo y solo podíamos ver diferencias. Y todo el mundo sabe que para nosotras las diferencias son defectos.
Qué decepción con nosotras mismas. Ni nos aplaudirán, ni nos aceptarán ni tendremos éxito. Este cuerpo no lo quiero, tiene demasiado que mejorar.
Tengo/tenemos un problema. Creo que ya lo comentaba en un artículo anterior. No puedo evitar tener una opinión sobre los cuerpos ajenos, que por supuesto guardo para mí, pero la sociedad, los cánones y los medios me han enseñado a hacerlo y hasta que no he sido consciente de ello no he podido empezar a arreglarlo.
Me siento fatal cada vez que sin querer opino y juzgo otros cuerpos, sobre todo de mujeres. Y es que tengo demasiado arraigado lo que se supone que es un cuerpo 10 (el que todas deberíamos tener o al que deberíamos aspirar) y siendo así es muy difícil compararlo con el resto y que “no salgan perdiendo”…
Me siento mal solo de recordarlo pero he llegado a pensar y a juzgar a alguna mujer sobre por qué ha elegido cierta ropa con el cuerpo que tiene… (¡Lamentable!). ¿Quien soy yo para opinar?
Por suerte, es algo que estoy cambiando y remendando a buen ritmo, porque me parece muy injusto y de persona corta pensar así.
Las conclusiones a la que he llegado son las siguientes:
Somos muchísimo más que un cuerpo. (Es evidente pero muchas veces se nos olvida).
Somos muchísimo más que un cuerpo porque lo importante es que:
Ese cuerpo sea funcional (útil) y nos permita hacer y sentir cosas.
Ese cuerpo complemente a nuestra mente y nuestro estado de animo y no al revés. Debemos ver al cuerpo como una extensión de la persona que nos da cierta información sobre como es pero en ningún caso la clasifica o limita.
Todo el mundo, repito, todo el mundo tiene derecho a ponerse lo que quiera como quiera (Faltaría más). Cuando vivimos tan centrados en la imagen se nos olvida que la ropa es un complemento que usamos para cubrirnos y para expresar nuestra personalidad e identidad.
La ropa, sea cual sea, no queda mejor o peor dependiendo de la talla. Si en la percha te gusta y te sientes bien con ello, adelante. Y aquí me paro porque como te digo todo esto es una lección que yo misma estoy aprendiendo en estos momentos.
Por más que nos lo hayan grabado en el cerebro desde que nacemos y millones de veces cada día desde entonces, no existen los cuerpos perfectos ni hay cuerpos mejores que otros, ni unos merecen llevar una ropa distinta al resto.
¿Con qué me gustaría que te quedases?
Trata de dar el amor a tu cuerpo que requiere y la importancia que merece. Abrázalo, siéntelo. Pídele perdón por quererlo tan poco y ser tan exigente. Dale las gracias por darte tanto sin pedirte practicamente nada.
Si hay prendas que no te atreves a ponerte, pregúntate porqué. Derriba uno a uno los impedimentos/creencias y si hay algo que quieras llevar, hazlo.
Confirma con las personas que te quieren que eres más que un cuerpo, que tu sonrisa se ve más que tu trasero y que mereces ser feliz más allá del cuerpo que tengas.
Porque tu cuerpo es maravilloso y distinto a los demás, OBVIAMENTE.
Ser realista y tener tus complejos bajo control te va a dar libertad. Libertad para moverte, para ponerte lo que quieras porque nada te lo impide, solo tu misma y esa creencia que ya empiezas a desmontar.
Que si aún así hay algo que quieras cambiar, busca la manera de encontrar “tu mejor versión” porque en ningún caso he dicho que haya que conformarse, sino darte el mismo valor que les das a las que hasta hoy considerabas que tenían un cuerpo perfecto.
¡Para perfecta tu!
Usa todas las herramientas a tu alcance, te recuerdo dos:
El diario de hábitos que puedes descargar en publicaciones anteriores.
El coaching: la excusa perfecta para dedicarte tiempo, aclarar tus ideas y hacer un plan de acción real y efectivo para cumplir tus objetivos. (Si quieres una de las 3 plazas disponibles para mayo, esta es la señal que estabas esperando; escríbeme a positivelittlesoul@gmail.com) y a por todas.
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Muchísimas gracias por leerme.