Estos días atrás bajamos un rato al parque con mis pollos Manuel y yo, y había 2 niños, algo mayores que los nuestros jugando al fútbol.
Los niños preguntaron a Leo si quería jugar con ellos y por timidez no quiso, les dijo que no, así que Manuel intervino e hizo la magia. Empezaron a jugar todos juntos y Manuel bromeaba con que “el tiraría flojito”.
Desde lejos yo les observaba, sonreía y pensaba en lo siguiente:
Manuel era una persona segura de sí misma.
Vio una situación y utilizó sus recursos para encauzarla, para que tanto Leo como los otros niños jugaran juntos y disfrutaran del mismo juego todos a la vez.
Vio un “problema” y buscó rápidamente una solución. Sin pensar en nada más, fue practico y directo.
Lo que me ha inspirado este texto es que se mostró seguro en todo momento con la situación, sabiendo que el fútbol era su elemento, siempre le había gustado y se le había dado bien, y vio en esos niños, incluido Leo que era mejor si todos jugaban juntos.
Entonces, chutó a portería y pensé:
Qué maravilla ver la realidad tal cual es. Simple y sin juicios.
Qué maravilla poder pensar e intervenir para beneficiar en este caso a otros.
Qué maravilla tener claro lo que se te da bien y aprovechar la ocasión para practicarlo.
Qué maravilla tener esa seguridad en ti mismo y no dudar de ti.
Que maravilla no tener un dialogo interno que te limite y te cuestione.
Yo misma no hubiera resuelto esta situación así, que dirás, que en realidad no había ninguna situación que resolver, cada niño puede jugar de forma independiente y ya está, pero a mi me pasa, como madre, que siempre que mis hijos en el fondo quieran, quiero facilitar, incentivar y apoyar de algún modo que se relacionen con otros niños o que hagan lo que en ese momento desean.
Quiero/queremos dotar a nuestros hijos de recursos, de herramientas, que les permitan ser ellos mismos y relacionarse con los demás, aprender de ello e ir creando su vida.
Que adquieran referencias, conozcan a personas diferentes y que poco a poco desarrollen la seguridad en ellos mismos para abrirse camino con los demás, desenvolviéndose en las distintas situaciones, poniendo sus propios límites y también sentirse confiados cuando puedan estarlo.
Me consta que Manuel ha transitado por todo esto desde niño, por eso, es una persona segura, sociable y desenvuelta.
No me gustaría generalizar, pero en ciertos aspectos las mujeres no somos ni tan directas ni tan prácticas, solemos sopesarlo todo mucho antes de dar un paso, más cuando nos sentimos algo inseguras en alguna materia o ámbito o simplemente nos dejamos arrastrar por ese dialogo interno que nos frena porque no siempre es alentador y positivo.
Abrirnos a otras personas a veces nos da pavor, por ese miedo a no encajar, a llevarnos un corte o un rechazo. Pero lo cierto, es que nada de eso tiene por qué pasar.
Después de acompañar a muchas mujeres, sé que este tipo de cosas se pueden trabajar y mejorar. Y que a veces “mover el culo” nos cuesta porque no estamos acostumbradas a hacerlo por nosotras mismas sin más (que ya sería motivo más que suficiente).
No queremos que nuestros hijos sean rechazados, no encajen o no se sientan bien en compañía de otros, y MOVEMOS EL CULO CIELO Y TIERRA por facilitar el camino sin interferir demasiado.
Por eso, a veces nuestros hijos nos enseñan tanto, porque a veces, ellos ya tienen esa forma de ser que se enfrentan a cosas que a nosotras con los años le hemos cogido miedo, y porque hemos tenido que aprender sobre la marcha lo que supone ser padres, y por ellos, rompemos barreras y sobreponemos nuestros propios miedos e inseguridadades para ayudarles en lo que haga falta.
Gracias a mis hijos yo tengo la mente mucho más abierta, soy más flexible y sociable y me enfrento a situaciones que a veces me incomodan o me hacen sentir vulnerable pero que afronto encantada o al menos con aplomo, porque no solo beneficia a mis hijos, sino que también me beneficiará a mí.
Quiero animarte a que con hijos o sin hijos revises qué haces y qué no haces por ese miedo, ese sentirte vulnerable o insegura o simplemente por el dialogo interno que te cuestiona todo.
Que revises qué de malo podría pasar y qué cosas nuevas y buenas podrías descubrir si te lanzas a “hacer algo diferente” a lo que estás acostumbrada, por un bien mayor. VIVIR.
Cómo sería que le propongas un plan a alguien cuando no acostumbras. Que des tu opinión en un grupo en el que sueles estar callada. Que saludes abiertamente cuando entre a algún lugar. Que por fin hagas algo por ti y des un paso al frente.
Prueba y comprueba, que solo puedes experimentar y aprender de ti y de la experiencia.
Hay personas que nacen seguras, otras que por circunstancias no lo son tanto, y la vida no lo pone fácil, pero es algo que se practica y que merece la pena probar.
“Qué es lo peor que podría pasar?”
No olvides que frente a ti SOLO HAY PERSONAS, que son igual que tú. Con sus virtudes, defectos, su trayectoria, sus dramas, sus logros, su forma de hacer las cosas, pero todas, Maravillosas.
¿Te ha gustado esta newsletter? Si es así, y te gustaría apoyarme, puedes hacerlo de dos maneras:
Haz una captura de pantalla de tu parte favorita y compártela en stories mencionándome (@positivelittlesoul.
Reenvía este mail a una amiga y cuentale tu reflexión 💕
Si no sabes por donde empezar, te animo a que leas mi libro, y me cuentes cómo es ese viaje de PONERTE EN EL CENTRO.
Gracias